viernes, 27 de noviembre de 2015

Erratas



Hubo un grupo de música que se llamaba Fe de Ratas. Y la verdad es que hay que tener fe de ratas —y esperanza y caridad— para creer que el ser humano, en el estadio actual de su evolución, puede vencer a las erratas de imprenta. Ni siquiera nos consuela esa carilla que se imprime al final del libro o en hoja suelta —la fe de erratas— porque sabemos que no pasa de ser un parche.
Como a lo largo de mi vida no he parado de escribir en medios muy diversos, he llegado a acumular una serie numerosa de erratas. Hubo un tiempo en que me indignaban, pero desde hace años las asumo con tranquilidad, como las arrugas que impone el paso del tiempo.
Hay erratas que tienen que ver conmigo, pero de las que no soy su autor ni puedo considerarme culpable porque no estuvo en mi mano evitarlas. Ahí van unos ejemplos.
Con motivo de una conferencia que iba a pronunciar sobre Joaquín Turina en el centenario de su nacimiento (en 1982), el periódico La Voz de Asturias de Oviedo insertó un anuncio, en el peor estilo del pareado, donde se decía que Medina iba a dar una conferenciar taurina. Eso sí, la hora y el sitio estaban bien indicados. En otros medios la información era enteramente correcta. Comencé mi intervención aludiendo a dicha errata, pero animé a quedarse a los que pudiesen haber venido por el reclamo taurino, pues una de las audiciones previstas era un pasaje de La oración del torero. Los duendes de la imprenta se vengaban así de los atrevimientos críticos que yo me había permitido cuando colaboraba en dicho diario.
La maldición me persiguió hasta muchos años después. El Museo Arqueológico de Oviedo organizaba unas visitas guiadas de sus fondos y me pidieron que preparase una charla sobre las zanfonas que en él se conservaban. El Comercio (5 de abril de 1997, edición de Oviedo) anunció mi intervención diciendo que Ángel Medina iba a disertar sobre la zambomba, instrumento dignísimo pero del que no sería uno capaz de hablar con demasiado entusiasmo ni conocimiento de causa. Me imagino a mis alumnos o a aquellos de mis conocidos que sólo tuviesen información a través de este periódico pensando en que mi cerebro estaba ya al mismo nivel neuronal de una zambomba.
Lo cierto es que me animé a preguntar a los asistentes y nadie venía confundido.
Por esas mismas fechas aparecí en un folleto como "el catedrático de musicología Emilio Medina", curioso híbrido entre Emilio Casares y Ángel Medina que ni siquiera la veterana amistad de ambos había sido capaz de producir hasta el momento.

2 comentarios:

  1. Ay, Ángel, no se si reír o llorar...por desgracia, esta situación tuya, tan surrealista, es algo más que habitual...No se si por las prisas, por los recortes de personal, etc. En una ocasión a Carlos Ardura le entrevistaron y en lugar de decir que llevaba hechos casi 40 instrumentos en sus 10 años como violero un periodista escribió que llevaba hechos casi 400 instrumentos...erratas como estas están al orden del día....así que en los medios, con demasiada frecuencia, cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia...

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    1. Gracias, Noemí. Sí, las erratas son invencibles, así que hay que aprender a convivir con ellas.

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