jueves, 22 de septiembre de 2016

Bajo el rótulo de “Educación y descanso” se agrupaban en los años 40 un amplio conjunto de actividades organizadas por el sindicato vertical del franquismo. Había residencias de verano, espacios recreativos, desfiles y no faltaba la actividad musical. Todo estaba enmarcado en el espíritu dirigista del régimen, como era de esperar en un sistema absolutamente preocupado por el control ideológico de la sociedad.
Educación y Descanso usufructuaba en Oviedo el Palacio de Valdecarzana, sito en la plaza de la Catedral. Además de su uso residencial desde el siglo XVII, también fue casino en tiempos de Clarín y actualmente es sede, junto con el colindante Palacio de Camposagrado, de la Audiencia regional.
Llegué a conocer aquellas estancias cuando aún existía Educación y Descanso, a mediados de los 70. En el bar del centro servían unos bocadillos de mejillones que resultaban baratos incluso para la precaria economía estudiantil y que se prescribían como protector estomacal antes de irse de parranda por la zona antigua. Todo era ya un poco astroso y desaliñado en aquel noble caserón.
Lo que traigo al blog en esta ocasión es el recuerdo de la formación sinfónica que se llegó a organizar bajo los auspicios de la Jefatura Provincial de Educación y Descanso. La orquesta nace como Agrupación Sinfónica en 1940. Funcionó inicialmente, según una nota publicada en un programa de mano de la época, como “Gran Orquesta Sinfónica”, ofreciendo muchos conciertos en talleres, fábricas, minas, etc.
En 1942 se convierte en la Orquesta de Cámara de Oviedo, produciéndose una selección de los instrumentistas que redundó en una mayor calidad. Al mismo tiempo el repertorio pasó a centrarse en la música del Barroco y del Clasicismo: Vivaldi, Haendel, Mozart o el primer Beethoven. Se la conoció también con otros nombres a lo largo de su historia, como Orquesta Sinfónica Provincial de Educación y Descanso, Orquesta Sinfónica “Ángel Muñiz Toca, Orquesta Sinfónica de Cámara de Oviedo (sic) y alguno más seguramente debido a una cierta confusión en los medios periodísticos derivada de su larga denominación.
Los objetivos eran claros. En un díptico propagandístico muy curioso de esos años se ofrecen las fotos de una docena de músicos en sus quehaceres profesionales ordinarios. Unas líneas de presentación explican que la orquesta “está constituida íntegramente por productores”. La palabra “productor” era muy usada en el franquismo para evitar referirse referirse al proletario (con sus connotaciones de lucha de clases, entonces supuestamente superada) o al obrero o asalariado en general. Productores que, “en las horas libres de su trabajo estudian, ensayan y aprenden la música, y despiertan entre sus camaradas los trabajadores el amor a la Patria y a los más altos valores espirituales”.
En los programas de mano de la Orquesta no era raro que constase toda la plantilla. En uno de un concierto del 14 de abril de 1946, dirigido por el ilustre maestro Ángel Muñiz Toca y celebrado en el Monumental Cinema de Madrid (en lo que era el gran espaldarazo de la Orquesta de Cámara de Oviedo), tenemos: la sección imprescindible de la cuerda, dos flautas, dos oboes, corno, fagot, tres trompas y timbal. O sea, unos efectivos adecuados para mucha música de cámara y para los albores del repertorio sinfónico. La orquesta contaba con pianista titular y con papelero-ordenanza.
Esta plantilla del programa de mano no se limita a los efectivos instrumentales sino que incluye los nombres de los músicos responsables de cada instrumento (con sus diversas categorías internas) así como las actividades profesionales que desarrollaban al margen de la música.
Tanto entre las 12 fotografías de productores músicos del díptico antes citados como en la más amplia relación que figura en el programa del concierto de Madrid de 1946, donde constan 45 nombres, encuentro a músicos a las que conocí y con las que tuve diverso trato. Por cierto, sólo un par de mujeres militaban entonces en aquella orquesta. Recuerdo al simpático Cástor González (viola y dibujante); cómo no, al entonces violín II y futuro concertino, el excelente violinista Alfonso Ordieres; a don Prudencio, que trabajaba en la ferretería Lacazzette y era el concertino de la orquesta; a Carlos Luzuriaga, viola. Estos tres últimos fueron profesores en el Conservatorio de Oviedo. Y a otros que aún estaban activos a fines de los 70 y principios los 80, cuando uno andaba a su vez más metido en el mundo de la música y los medios periodísticos.
Como muestra del repertorio abordado por esta orquesta, recogemos el programa de ese importante concierto de 1946 en la capital de España. En el programa de mano se insiste en la condición de aficionados de todos los miembros de la orquesta, solicitando el cariño del público en virtud de esta circunstancia. He aquí las obras interpretadas:

Primera parte:
Obertura de las Bodas de Fígaro (Mozart)
Concierto en Re mayor para flauta y orquesta (Haydn), siendo solista el miembro de la orquesta César San Narciso.
Concierto en Re mayor para piano y orquesta (Haydn) con el pianista titular de la orquesta como solista, Mario González Nuevo.

Segunda parte
II Sinfonía (Beethoven)
Paisaje Asturiano (Fresno, que se refiere a Manuel del Fresno y Pérez del Villar).

No es fácil saber cuánto "amor a la Patria"
generó una iniciativa como esta de Educación y Descanso, aunque ése fuese uno de los fines expresos del proyecto. Probablemente muy poco entre las masas de “productores” aún tocados en buena medida por el doloroso trauma de la Guerra Civil y por la durísima represión de la posguerra. Pero no nos cabe duda de que esta Orquesta de Cámara de Oviedo sí fomentó un amor a la música en la sociedad asturiana y que ello se hizo en tiempos difíciles para todos.

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